La Plata - Buenos Aires - Argentina

lunes, 25 de agosto de 2008

Luego de 56 años de hambre de gloria, la primera dorada de Beijing 2008

Comentario del Viernes 22 de Agosto.
Ni el fútbol, ni el básquet, ni lamentablemente las leonas, la primera de oro fue para Juan Curuchet y Walter Pérez. Y en Juan me detengo un momento para reflexionar. Fíjense un entrenamiento a fuerza de pulmón, circuitos de ruta al aire libre con las exigencias e impedimentos de toda índole bancados exclusivamente por ellos mismos. Si a esto se le suma la tenacidad, que decae con las enfermedades, el clima, la dedicación familiar, no solo falta garra y pasión por seguir adelante, creo que existe algo más, que nos regalan estos deportistas gracias a su triunfo conseguido. Y es el bendito ideal de conquistar el podio, algo que refleja un hilo más de nuestra identidad deportiva perdida. Es la expresión más hermosa y el regalo más ameno que puede recibir un deportista amateur por la exhibición de sus cualidades físicas, su temperamento y sagacidad, aquella que fue demostrada en nuestro país en el año 1952, que nos traía una dorada de la mano del remo por Capozzo y Guerrero, 56 años pasaron de esa otra osadía, la vida de una persona quizás. Sin menospreciar el fútbol y el básquet, que recién hace 4 años, en el 2004 trajeron una medalla, pero hay una diferencia: el básquet y el fútbol tienen su financiamiento económico y juegan en grupo. En cambio estos ciclistas no, y por eso el doble mérito. Pero salvando esa distancia, es posible entender algo más interesante que se da de la mano de un deportista que hoy le dice adiós a las olimpiadas llevándose ese lugar en la historia mundial. Un adiós que quedara en la memoria de quienes estuvieron cerca suyo inventando una ilusión alimentada por ese deportista que día a día no bajaba los brazos, y hacia malabares para poder entrenar más de 170 km diarios, por 11 meses llegar a 30.000 km, donde el Chaco fue testigo innegable de esa aventura y osadía. Y que hoy seguramente vuelve a reinventar una sonrisa al volver luego de tanta lejanía. El espíritu y la fuerza de esta demostración de proeza física y mental, seguramente quedará registrada en la etapa de los nuevos deportistas que se entrenen como un logro más y de ejemplo e ideal de lucha, por aquello que nos identifica en un reconocimiento mundial. Entonces fíjense la diferencia sublime de Michael Phelps y sus 6 doradas conseguidas en los juegos olímpicos, su base de entrenamiento dinero sobre el banco, tomando energizantes, pagándose los mejores médicos y hasta negando su relaciones afectivas, no para entrenar, sino para ganar dinero. Pero entre ese número 6, prefiero quedarme con el 6 de Juan, es decir con sus 6 intervenciones olímpicas, desde 1984 en Los Ángeles. Con sus 43 años de experiencia que junto a su compañero estratega han realizado más que una medalla, han realizado un trabajo memorable de entrega, para la identidad deportiva mundial de Argentina.

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